jueves, 30 de abril de 2015

Justicia

La justicia, ordena el querer y el obrar humanos en relación con el prójimo sea Dios, la naturaleza u otra persona. El ser humano bueno es justo; la realización de la justicia es cometido de todo ser humano. Ni el lucero de la mañana ni el del anochecer se pueden comparar a la persona justa en belleza.


Únicamente el ser humano que se esfuerza por ser justo, por dar a cada uno lo suyo, experimenta en sí mismo la total insuficiencia, a la que, no obstante, intenta superar. Al intentar hacer justicia en sus actos cotidianos tiene clara consciencia de que jamás llegará a hacer lo que en rigor está obligado a hacer. Advierte que, si no quiere faltar a su deber, debe estar preparado para dar no solamente lo que debe, sino también, estrictamente hablando, lo que no está obligado a dar. Es la persona justa, y en mayor medida cuanto mayor es la lucidez con que se experimenta la consciencia de este hecho, la única que es capaz de estar dispuesta a dar lo que no debe; sólo ella accede de buen grado a entregar lo que nadie podría forzarle a dar. El dar aun lo que no se debe es una necesidad que la persona justa ha de tener sobre todo en cuenta, dado que en este mundo la injusticia es una manifestación cotidiana.

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